domingo, 16 de diciembre de 2007

La historia del Super Depor

A finales de los años 80, concretamente en junio de 1988 arriva al histórico club gallego un nuevo presidente, que como muchos otros, está decidido a cambiar la historia del club y convertirlo en una auténtica cenicienta, que tras salir de las categorías más bajas de nuestro fútbol pueda llegar a codearse con los clubes más poderosos y elitistas.


A pesar del escepticismo que muchos tenían a Augusto César Lendoiro, era éste un hombre acostumbrado a grandes gestas. Fue socio cofundador del histórico Liceo, club de hockey sobre patines, categoría exclusivamente dominada por los equipos catalanes, los cuales disponían de unos apoyos sociopolíticos muy avanzados que les hacían disponer de unas infraestructuras muy avanzadas. Pese a ello el Liceo consiguió no solo tutearles, también les doblegó, alzando varios títulos de Liga y Copa, ganando hasta en cuatro ocasiones la copa de europa. Estábamos pues, ante un personaje capaz de gestionar los fondos y la situación deportiva de un club de manera brillante. Con este precedente parecía que el Deportivo de la Coruña había caído en las mejores manos para salir de su deuda de unos 500 millones de pesetas y mejorar deportivamente, ya que luchaban por no descender a 2ªB.

Tras salvar al equipo del descenso en la última jornada, Cesar Augusto diseña el plan deportivo del club. Para ello dota a su plantilla de gente con mucha experiencia como jugadores de primera división y hambre para afrontar en nuevo reto. Los Albístegui, Mújika o Albis se unían a dos extranjeros de muy buenas maneras: Stojadinovic y Kanatlarovski. Más avanzada la temporada Lendoiro anuncia la incorporación de un joven central de origen yugoslavo, alto, delgado y de técnica depurada: Miroslav Djukic.


Hubo que esperar al último partido frente al Murcia para conseguir el ansiado ascenso. Un año antes peleaban por no bajar y a partir de ahora se codearían con los más grandes. La ciudad se hacía eco de los logros del club y la ilusión se palpaba en las calles.

Pero era solo la punta del iceberg. Para mantenerse en primera el club iba a necesitar nuevos refuerzos, y eso necesitaba su tiempo. El equipo ficha a jugadores de la talla de Claudio, Ribera, López Rekarte, Canales, Liaño, Kirov, Kiriakov, etc y hace una interesante mezcla de jventud y veteranía. No obstante el equipo merodea el descenso y el presidente toma medidas de urgencia. El entrenador que había llevado al equipo a primera, Marco Antonio Boronat, es destituido. Lendoiro afronta la decisión más transcendente de su vida y le da el cargo a un viejo conocido: Arsenio Iglesias, que consigue ese año salvar al equipo de la quema.

Lendoiro conocía todos los recodos del club de Riazor, y hace un balance claro de la situación. El club acaba de ganar la promoción y se mantiene en primera, el club da un resultado económico positivo en los balances. Es hora de dar un paso más.

Sabedor que lo deportivo está en buenas manos, decide convertir al club en una sociedad anónima, lo cual le permite reunir una camtidad extra de dinero para llevar a cabo la política deportiva y fichar a jugadores que consoliden al equipo en primera. Lendoiro viaja a Brasil en busca de nuevos talentos y se trae bajo el brazo los contratos de un delantero internacional y estrella en su país que se llama Bebeto y que milita en el Vasco de Gama tras triunfar anteriormente en el Flamengo. Su coste es elevado y su repercusión enorme. Por todo ello apenas se fijan en un chico de color, lleno de humildad y pasado discreto, que procedía del modesto Bragantino y respondía al nombre de Mauro Silva.


Lendoiro era sabedor de que su portería estaba en buenas manos con Liaño. También su defensa había encontrado en Djukic a su kaiser. Con los brasileños armaba una columna vertebral imparable, pero no era suficiente. A su alrededor les dotó de hombres de calidad contrastado y experiencia como Aldana, Juanito, Nando, Ramón y Serna, consiguiendo elaborar un bloque sólido con muchas posibilidades tácticas y técnicas.

Lendoiro ve que la ilusión se ha instalado en el ámbito que rodea al club. La presentación del equipo es un éxito y a ella acuden casi 30.000 personas. El equipo responde con creces a la ilusión creada y realiza una primera vuelta espectacular proclamándose campeón de invierno por encima de los grandes. El Depor empieza a gozar de las simpatías de toda España que ven en el modesto equipo coruñés como una alternativa al sominio casi exclusivo de Madrid y Barça. Al acabar la temporada el equipo finaliza en una fantástica tercera posición y obtiene por primera vez en su historia la clasificación para la Copa de laUefa. El bloque realiza un fútbol brillante y su portero Liaño alcanza el trofeo Zamora al menos goleado. En ataque Bebeto finaliza Pichichi del campeonato con 29 goles en su zurrón. Al éxito colectivo le sigue el individual con la llamada a cuatro jugadores de la selección nacional.

Para la temporada venidera el equipo se refuerza con gente experimentada en la categoría como Paco, Donato, Elduayen, Voro, Manjarín, Pedro Riesco y Alfredo. Afronta su participación en la Uefa de manera brillante y en primera ronda da buena cuenta del Aalborg danés con un contundente 5-0. Su camino sigue obteniendo una difícil clasificación ante el Aston Villa tras derrotarle en el Villa Park, para caer en la siguiente eliminatoria frente al Eintracht alemán, a pesar de que la imagen dada es altamente satisfactoria.


En liga los de Arsenio recrearon la peor pesadilla de la historia del fútbol moderno en España.

Tras una temporada increíble el equipo llega líder a la última jornada donde necesita la victoria en su estadio frente a un Valencia que no se jugaba nada. Con el Barcelona al acecho el equipo salta al campo presa de los nervios y las piernas de los jugadores están agarrotadas ante un Valencia voluntarioso que demuestra un sospechoso interés, tal vez económico, en un partido a priori intrascendente para ellos. Como en las mejores películas de terror el final es inesperado. Tras 89 minutos con 0-0 en el marcador el Deportivo obtiene un penalty a favor que le serviría, en caso de convertirlo, para ser campeón de liga. El lanzador habitual, Bebeto, decide que hoy no lo lanza, asumiendo toda la responsabilidad el serbio Djukic, que preso de los nervios envía la pelota floja a las manos del cancerbero González. La pesadilla se consuma y merced al empate sin goles el FC.Barcelona se proclama vencedor pese a la igualdad de puntos ante el SuperDepor por la diferencia de goles. Toda La Coruña estalla en llant, así como casi toda España expectantes de ver a un equipo modesto que da con los huesos de los más grandes en el suelo.

Tras el fiasco y la desesperación ante la oportunidad perdida el Deportivo se arma para la siguiente temporada, que sería la de la regularidad. En la Copa de la Uefa el equipo pasa dos rondas antes de caer frente a un poderoso Borussia Dortmund alemán con el emergente Lars Ricken a la cabeza. En el campeonato doméstico vuelve a obtener nuevamente un dignísimo subcampeonato que en las filas del equipo empieza a verse insuficiente. Pero el premio a todo el esfuerzo realizado llega en la Copa del Rey. Tras realizar una competición magnífica alcanza la final frente a su bestia negra: el Valencia. La final disputada en el Bernabeu hubo de celebrarse en dos días, ya que hubo de suspenderse el primer partido a cuasa de una espectacular tromba de agua que impidió la práctica del fútbol cuando el marcador reflejaba un empate a un gol a falta de 14 minutos para el final. En la reanudación del partido un gol de Alfredo para el SuperDepor daba al equipo de Arsenio el primer título de su historia y culminaba así una época dorada del club, merced a una estupenda política de fichajes amparada en la excelente dirección deportiva de manos de Arsenio Iglesias.

Con el equipo celebrando el título en el cesped del Bernabeu, tras recoger y alzar al cielo la copa su capitán Fran, se echa en falta al creador del equipo. El hombre que había hecho realidad los sueños de toda una ciudad se retiraba cabizbajo a su vestuario a celebrar en privado el mayor éxito personal en más de 60 años de vida. Arsenio Iglesias huye del protagonismo que entrega a sus jugadores y masca en sus adentros el fin de un ciclo. Con el deber bien cumplido y sabedor de que para alcanzar cotas mayores ha de dejar paso a otros venideros Arsenio anuncia que renuncia al banquillo del club de sus amores. Con la expectación acumulada, decide que ya no desea sentir tanta presión y opta por retirarse del fútbol después de ver cumplido el sueño por el que ha luchado casi 30 años. Un caballero don Arsenio Iglesias, que reconocido por la ciudad a la que tantas alegrías le dio, ésta le homenajeó con un busto de piedra que luce al final del paseo de la playa y que está situado mirando directamente al campo de Riazor, lugar de sus mayores éxitos.

Tal vez se podría discutir el final del SuperDepor. A pesar de la marcha de Arsenio el equipo siguió actuando con éxito de la mano de entrenadores como Thoshack o Jabo Irureta. Un año más tarde de su primer título el estandarte del equipo, Bebeto, anuncia su marcha al Flamengo de su país natal. Pese a la llegada de grandes jugadores como Rivaldo o Djalminha, el equipo coruñés, una vez asentado en la inmodestia de los más grandes perdió su afinidad con la gente que le vió crecer desde abajo, pasando a convertirse con asiduidad en candidato al título de liga, que alcanzaría años más tarde.

Por todo ello, parece claro que a pesar de los triunfos posteriores el final del ciclo fue marcado por su mayor estandarte: Arsenio Iglesias. Con al adiós de su entrenador se puso fin a un sueño que concluyó con la Copa del Rey del 1993 y la época más dorada del equipo.

Al que todos le bautizaron por SuperDepor.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Otra vez campeones... 4ª parte

En el verano del 2004 se disputó la eurocopa de naciones en el occidente europeo. Portugal acogió las 16 selecciones clasificadas para la fase final en una eurocopa que será recordada por muchos años. En el resumen de la UEFA lo titularon de una forma que lo resume alto y claro: EURO 2004: los modestos tienen su día.



Y es que el título fue a parar a una sorprendente Grecia, que partía 1/100 en las apuestas al comenzar el torneo y que muchos olvidaban se había clasificado primera de un grupo por delante de España (a la que ganó 0-1 en la Romareda) y dejando eliminada a la Ucrania de Rebrov y Shevchenko.



El destino hizo coincidir dentro del grupo A a los agerridos helenos junto al anfitrión Portugal y nuevamente a una España en horas bajas. Rusia completaba el grupo cor el cartel invitada de piedra, había entrado a la fase final por la puerta trasera al ser segunda tras una débil Suiza y en su equipo exprimían sus últimos días viejas glorias como Aleinichev o Mostovoi.

Al término de los dos primeros partidos ya había quedado claro el papel de los griegos. En la inauguración frente a Portugal hizo añicos los pronósticos y derrotó 1-2 a un sorprendido equipo luso que se encontró un plantel serio, experimentado y superlativamente ordenado. En el segundo partido Grecia confirmó que no venía de paseo y arrancó un punto frente a España quedando la clasificación en sus manos en una última jornada que tendría trágicas consecuencias para uno de los favoritos. España y Portugal se jugaban sus opciones en un duelo a muerte. Nuno Gomes adelantó en el marcador a los suyos, quedando España herida de muerte. Con 30 minutos para buscar su pase España se reveló como un equipo débil y timorato, incapaz de hilvanar jugadas y llevar peligro al arco de Ricardo. Justo triunfo de los anfitriones que les daba el pase a cuartos y se iban de la mano de unos griegos que daban la cruz al caer frente a una Rusia ya sin opciones. Portugal reunía un grupo de jugadores que mezclaba el oficio de su vieja guardia con Figo, Rui Costa y Fernando Couto junto a una generación talentosa con Deco, Simao y Carvalho. A estos se unía un barbilampiño Cristiano Ronaldo, llamado a estar entre los más grandes. Al timón de la nave todo un campeón mundial como Scolari para llevar a los anfitriones a lo más alto.



El grupo B no daba lugar a más sorpresas, y las favoritas Francia e Inglaterra se deshacían sin contratiempos de unas débiles Suiza y Croacia. En el primer partido los dos claros aspirantes al trono final se enfrentaron en el posiblemente mejor partido del campeonato. Con el equipo británico barriendo del campo a los galos el desenlace parecía claro cuando Lampard adelantaba a los suyos. Lo que no contaban los de las islas era que los grandes jugadores aparecen en las grandes ocasiones, y a un superior Zidane le bastaron tres minutos de descuento para voltear el marcador y dar la victoria a una Francia que había sido barrida del campo pero que desprendía la vieja magia de las campeonas. Ambas selecciones fiaban sus haciendas en los viejos talentos. Carentes de figuras emergentes llevaban el peso los Vieira, Zidane y Henry por los galos, así como Gerrard, Beckham, Scholes, Lampard y el imberbe Rooney como único puntal que carecía de la mayoría de edad futbolística. Mientras tanto un empate a cero entre Suiza y Croacia dejaba a ambos a la espera de dar una sorpresa nayúscula para dos equipos llamados a ser comparsas del grupo. Pese al punto que le araño Croacia a los franceses en la segunda jornada, el equipo liderado por Dado Prso se mostró incapaz ante los ingleses abandonando la eurocopa por la puerta trasera. Si la calidad de los balcánicos era insuficiente, la que exponía el país de los relojes y el chocolate no era precisamente ni precisa ni dulce. Amparados en un decepcionante Hakan Yakin y confiando en el prejubilado Chapuisat el resultado era previsible. Con Vonlanthen y Barnetta aun verdes la falta de calidad era desmesurada para un torneo de estas características.



En el C la todopoderosa Italia partía sin apenas oponentes de nivel dispuesta a colarse en los cuartos sin gran esfuerzo. Pese a la falta de jóvenes talentos presentaba como siempre un bloque con sumo oficio y fiaba sus armas en una guardia pretoriana con Nesta al frente y Buffon bajo palos. Arriba confiaba en la calidad de Totti y Del Piero, así como en el olfato depredador de un Vieri ya iniciando la cuesta abajo. Dirigidos por el maestro del catenaccio, el vetusto Trapattoni, parecía una combinación poco brillante pero de extrema efectividad. Frente a una Bulgaría que exibía ínfima calidad, pésimo orden y dirigida por un entrenador incapaz como el desconocido Markov, peleaban la segunda plaza dos selecciones escandinavas: Suecia y Dinamarca. Los suecos se presentaban a la cita con su nuevo talento Zlatan Ibrahimovic a la cabeza, ayudado por el olfato de Larsson y el sobrevalorado Ljunberg. Por contra sus vecinos exhibían un once muy ordenado con jugadores homogéneos y fiaban su destino al acierto goleador de Tomasson, de cuya inspiración era dependiente su equipo. No en vano el ex-jugador del Milán hizo tres de los cuatro goles de su equipo en el torneo. En un vibrante último partido del grupo ambas selecciones se enfrentaban tras haber arracando un punto ante italianos y doblegado a los bulgaros. Los cinco últimos minutos de ese grupo fueron de infarto, estando todo en el aire en ambos partidos. Suecia empató a los daneses en el minuto 90 cuando estos ya se veían en cuartos. Ahora contaban sus opciones en el partido que Italia, ya en el descuento, estaba empatando con Bulgaria. Como no podía ser de otra forma, los italianos consiguen doblegar a los bulgaros merced a un gol del díscolo Cassano en el minuto 94, que celebra con rabia creyendo dar el pase a los suyos, sin darse cuenta de su insuficiencia al producirse un triple empate en cabeza y poseer los transalpinos el peor promedio goleador, quedando así eliminados. Tras España caía otro favorito, el torneo se deslucía a la vez que ganaba en emoción.



El grupo D era denominado el de la muerte. En él habían caído los sorprendentes letones que de la mano del correoso Verpakovskis se había colado de refilón en el torneo. Su futuro era poco halagüeño al tener que enfrentarse a la República Checa que había reunido en torno a sus ilustres Nedved o Poborsky, a unos preparados Jankulovski, Rosicky o Baros, con Peter Cech bajo palos. Junto a estos se encontraban como favoritos del grupo la Holanda de Advocaat, que exprimía a veteranos como Kluivert, Cocu, Stam o Davids y les rodeaban grandes jugadores como Van Nistelrooy. La nueva generación tulipán pedía paso a gritos y gente como Van de Vaart, Robben o Sneijder hacían de los orange una selección temible. Alemania partía con Kahn en la meta y el supravalorado Ballack como eje central de un equipo falto de calidad en todas las líneas, pero que jugaba con la historia como gran aval en su candidatura, y por si fuera poco eran los actuales subcampeones del mundo y mantenían la endeble columna vertebral del equipo mundialista.
Pronto quedó demostrado que los germanos pedían savia nueva y la generación venidera era mediocre. Tras un empate digno frente a Holanda olvidaron sus opciones al dejarse arrancar un punto por la déb¡l Letonia en la segunda jornada.


Pese a todo, los checos con los tres puntos obtenidos in extremis frente a los letones, celebraban su pase al vencer a Holanda en un segundo partido épico, que a base de tesón y calidad habían conseguido levantar un tempranero 2-0 frente a los tulipanes. El inagotable Smicer cerró el 2-3 definitivo ya casi en el descuento para meter a los suyos en la siguiente ronda.


Alemania depende de sí misma en la última jornada. Necesita la victoria frente a un equipo checo que presentaba un once completo de reservas y con la primera plaza del grupo ya obtenida. Las aguas seguín su cauce cuando Ballack adelantaba a los germanos. Pero nadie podía esperar que once semidesconocidos checos fuesen capaces de voltear el marcador frente a los alemanes. Un omnipresente Marek Heinz condujo a los suyos a una nueva remontada dejando el pase en manos de una Holanda que con Van Nistelrooy al mando se deshacía del equipo letón con solvencia, alejando las dudas que sobre sí se cernían y dejando ver el inagotable olfato depredador de su ariete que había anotado en los tres partidos disputados y reunía cuatro muescas en su cinturón. Alemania contra pronóstico se queda fuera y los checos sorprenden con una espectacualr primera fase siendo la única selección en ganar todos sus partidos y además frente a rivales del máximo nivel.


La liguilla inicial que daba el pase a cuertos se cierra con una amplia criba de favoritos. Pero el torneo no se resiente en absoluto y no pioerde un solo ápice de emoción. La intriga se centra ahora en ver si continúan las sorpresas. Los temibles emparejamientos de cuartos parten con un favorito claro, salvo en la eliminatoria que ha de enfrentar a la anfitriona Portugal frente a una Inglaterra necesitada en recuperar el crédito perdido anteriormente.



Ya en cuartos la República Checa se deshace con suma facilidad de una débil Dinamarca, merced al inspirado día de su pareja atacante. El gigante Koller allana el camino hacia semifinales con su gol al comienzo de la segunda mitad del partido. Los daneses se la juegan a cara o cruz, y se vuelcan en busca de gloria. Pero un magnífico Milan Baros pone ley y orden para los suyos y en tres minutos mata las ilusiones rivales con dos goles consecutivos que daban justa muerte a Dinamarca. Los checos se metían en semifinales por la puerta grande, habiendo ganado todos sus partidos disputados y exhibiendo el mejor fútbol del campeonato.


En el partido más interesante de la ronda, los ingleses salen al campo dispuestos a hacerle un roto al anfitrión. Solamente necesitarían tres minutos para dar a conocer sus intenciones, cuando Michael Owen pone en ventaja a los británicos y silencia el estadio de la Luz lisboeta.

Pero los ingleses ceden metros ante los lusos que poco a poco cercan el arco de un inseguro James. El tiempo transcurre sin que Portugal encuentre el camino del gol y Scolari realiza su pequeña revolución dando entrada a Simao y Rui Costa. En un cambio que parecía un suicidio el técnico brasileño sienta al ídolo local Luis Figo para dar entrada a Postiga en busca de más mordiente, y Helder Postiga le devuelve la confianza a su entrenador con un tanto salvador cerca del final. Con empate a un gol se llega a la prórroga.

El tiempo extra enseña un exceso respeto entre ambos contrincantes hasta que en la segunda parte una genialidad de Rui Costa pone en ventaja a los lusos y hiere de gravedad a una Inglaterra, que ha visto caer lesionado a su delantero estrella Rooney cuando más le necesita en busca de un gol milagroso que la haga seguir viva. Con los británicos desangrándose aparece Lampard para poner la igualada en el marcador. Ambos equipos pagan el esfuerzo titánico realizado y se dejan llevar hasta la tanda de penaltys en busca de que la suerte les sonría.


En las penas máximas existe una igualdad absoluta hasta que el meta local Ricardo se erige en el protagonista inesperado al detener un penalty a Vassell y a continuación convertir el penalty decisivo. La anfitriona camina firme hacia el título.


En el partido que enfrentaba a Holanda y Suecia, los tulipanes se encontraron a un rival superior tácticamente, que con una defensa poblada buscaron el triunfo a base de contragolpes poco efectivos ante la meta del veterano Van der Sar. Mientras los suecos buscaban dar la sorpresa los holandeses ponían toda la carne en el asador y buscaban los goles con su clásico juego por los extremos. Para ello Advocaat había pegado a las líneas laterales al interista Van der Meyde en la derecha y a Robben en la izquierda, pero pagaban la gran dependencia de su delantero centro Van Nistelrooy, que no tenía su mejor día. Pese a buscar más definición con la entrada de Makaay, el marcador no se movió en un partido aburrido, no exento de emoción, que derivó en la suerte de los penaltys.






Esta vez Holanda, que tan cerca se había quedado en otras ocasiones por confiar en su suerte, certificó su pase a semifinales merced al fallo del central Mellberg, que aprovechó Robben para ganar sentenciar a los suecos con el penalty decisivo.



En el último partido de cuartos Francia salía al campo dispuesta a cumplir los pronósticos y dar pronto pasaporte a una infravalorada Grecia.



Cuando los galos se comenzaron a dar cuenta de estar frente a un equipo ordenado y confiado en sus posibilidades, ya iban con el marcador en contra. Charisteas había puesto en ventaja a un correoso equipo heleno y su entrenador, el general Otto Rehhagel, había conseguido llevar el partido al terreno táctico, en donde se sabía superior a su colega Santini, incapaz de encontrar soluciones al juego ordenado y laborioso de los griegos. El técnico galo decidió sacar toda su artillería y dejar su estilo ramplón demasiado tarde. Para cuando Wiltord, Pires y Trezeguet entraron al campo la suerte ya estaba echada, con un inconmensurable Zagorakis mordiendo a Zidane cada vez que este tocaba la pelota y un infranqueable Dellas demostrando su podería en todos los balones aéreos.


Con tanto oficio como beneficio Grecia obtiene su pase a semifinales y sorprende al mundo futbolístico con una exhibición de juego en equipo, algo nunca visto en estos torneos en que las selecciones acostumbran a mostrar sus mejores talentos sin ninguna conexión plural salvo las producidas por la naturaleza de encontrarse grandes jugadores en un mismo conjunto.




En semifinales se producen dos enfrentamientos que hacen saltar todas las apuestas. A estas alturas del torneo los máximos favoritos al título han caído con la excepción de Holanda. También el anfitrion, Portugal, contaba para los apostantes, mas eran pocos los que les daban más crédito que a las temibles Francia, Italia o Alemania. En la previa de la ronda no se anticipaba un favorito claro en ninguno de los dos encuentros. Por un lado la República Checa había ofrecido el mejor fútbol del campeonato y había conseguido doblegar a rivales de gran entidad para plantarse en semis con mucha solvencia, pero su rival, Grecia, ya había dejado de ser una sorpresa y todos desconfiaban esperando conocer hasta donde serían capaces de llegar.



Los checos se plantan en el campo con toda su artillería, y actúan con el gigante Koller en la punta de ataque para contrarrestar el dominio aéreo de la defensa helena. En compañía de Baros, buscaban la apertura huecos para la llegada de su poderosa segunda línea. Pero Grecia estaba dispuesta a demostrar el porque había llegado hasta allí, y se cerraban atras con solvencia a la espera de lanzar algún contragolpe, o decidir el partido en algún córner o falta lateral aprovechando su solvencia en el juago aéreo. Mientras, esperaban agazapados con su defensa zonal y un mediocampo totalmente de brega, relegando a sus hombres más técnicos al banquillo en espera de oportunidad. Los Tsartas y Nikolaidis veían el partido relegados por los hombres de contención que poblaban el círculo central heleno. De este modo Basinas y Zagorakis se encargan de controlar las llegadas de Nedved y Rosicky, ahogando la creación de los checos y destruyendo las llegadas y remates de segunda línea.


El partido deambula hasta la prórroga con el equipo más ofensivo del campeonato chocando constantemente contra el buen hacer de la defensa griega.


La paciencia helena da sus frutos y un gol de cabeza de su central Dellas, manda a la lona al más claro favorito al título a estas alturas. Su certero cabezazo en el último minuto de la primera parte de la prórroga dejó a un desquiciado equipo checo sin tiempo para revanchas, que ve como con un gol de plata el partido se acaba para ellos y dicen adiós al torneo. Grecia salta la banca de apuestas al convertirse por primera vez en su historia finalista de la competición.




Con Grecia en la final todas las miradas se concentraban en ver quien la acompañaría. A priori el favorito no estaba claro, ya que se encontraban dos equipos muy parecidos que destacaban por su juego con extremos muy poderosos. La batalla en el centro del campo se presumía terrorífica, y todos los ojos se centraban en el juego por bandas. Enfrente se encontraban los mejores extremos del mundo. Por un lado Portugal reunía el talento y la imaginación de su nuevo chico prodigio Cristiano Ronaldo que cambiaba su banda frecuentemente con el consagrado Luis Figo. Enfrente la velocidad de Overmars y el descaro de su joven estrella Arjen Robben, más estáticos estos pero no menos efectivos. La batalla en el centro del campo decidiría el choque y los tulipanes acudían al choque con la calidad y experiencia de Davids, Cocu y Seedorf frente al mediocampo que dio el título de campeón de Europa al Oporto de José Mourinho: Maniche, Costinha y Deco. No tardó demasiado la selección portuguesa en hacer uso de su calidad y a los 25 minutos un remate de C.Ronaldo ponía en ventaja a los lusos.


En la segunda parte ante la desventaja en el marcador Advocaat mueve ficha y se lanza a por el empate renunciando al central Bouma para dar más llegada con el medio ofensivo Van der Vaart. No tardó Maniche en aprovecharse de la debilidad de la zaga holandesa, para, dos minutos más tarde, poner el dos a cero en el marcador. Con todo perdido Holanda se beneficia de un autogol para reducir distancias en el marcador y ponerse a tiro con casi media hora por delante. El seleccionador holandés comete el imperdonable error de renunciar a los extremos para poblar el centro del ataque con tres puntas rematadores, pero poco creadores. Con Van Nistelrooy, Van Hooijdonk y Maakay estorbándose en la delantera adolecían de jugadores que creasen opciones de remate y Portugal en carencia de un nueve de nivel contragolpeaba con mucho peligro pero falto de puntería. Con la sensación de haber tirado su oportunidad Holanda cierra el torneo y deja paso a la final a la brillante anfitriona, que demostró más claridad de ideas y fiel a su concepto de juego se medirá a Grecia en la gran final. Con un resultado ajustado dio la impresión de la que la batalla táctica se saldó con una goleada de Scolari.


En la antesala de lo más alto, Grecia se encuentra con todo en su contra. Enfrente un equipo con toda la afición a su favor, reunían además los mejores extremos del mundo y partían con la vitola de favoritos. Pero los números no cuadraban en cuanto se analizaba el camino de ambos equipos. Se enfrentaba una Grecia especialmente sólida en su eje defensivo frente a un equipo que adolecía de la falta de un delantero centro de primer nivel. Además la virtud helena en el juego aéreo era mal contrarrestada por la zaga portuguesa, si bien sus dos centrales eran rápidos y precisos en la anticipación y el manejo del cuero, su punto flaco residía en el juego aéreo. A pesar de contar ambos con un buen salto la escasa estatura de Andrade y Carvalho no conseguía interceptar a las torres helenas, y su portero Ricardo destacaba por sus reflejos felinos tanto como adolecía de contundencia en las salidas por alto.



Hizo falta poco tiempo para comprobar como los griegos, una vez más, llevaban el partido a su terreno. Nuevamente se basaban en una sólida defensa y mediocampo totalmente defensivo en espera de su oportunidad en los balones aéreos. Rehhaggel sabía que habían llegado hasta la final con esa idea clara y enfrente tenía el equipo que mejor le venía para su vetusta pero eficaz táctica.



En el minuto 56 Charisteas cumplía a la perfección el guión escrito por su entrenador. Con una salida en falso del meta luso el delantero no desperdició la ocasión para poner por delante a su equipo. Como en las mejores películas el partido transcurría matemáticamente diseñado con planteamiento y nudo perfecto. Ahora solo quedaba el desenlace. Nadar y guardar la ropa que dicen los castizos. Y en eso Grecia era perfecta. Portugal era arrastrada por la necesidad que impone el ser favorito y con la presión de jugar en casa. Scolari ve como su equipo se centra en la llegada directa al marco contrario y en una decisión inteligente aboga por dar más creación al mediocampo luso con la entrada de Rui Costa, pero tenía demasiados elementos en contra. Las prisas terminaron por ahogar al conjunto portugués que veía como sus intentos eran más atropellados que concisos. Para colmo de males en plena avalancha portuguesa en busca del marco de un desconocido Nikopolidis, el partido es interrumpido por un espontáneo que, ataviado con la vestimenta del FC. Barcelona, salta al campo y le tira una bufanda del club español en la cara de Luis Figo. Con cinco minutos para el final, y el equipo luso falto de imaginación, claridad y de ritmo ve como el germano Merk señala el final del partido que da el título a una sorprendente Grecia.


Portugal rompe en llanto mientras los helenos demuestran al mundo que un buen bloque siempre es superior a cualquier suma de un conjunto de individualidades.

Los modestos tiene su día.



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domingo, 2 de diciembre de 2007

Eric Cantoná: l´enfant terrible

A petición de un buen amigo al que no podía negárselo, he decidido realizar este repaso por la vida de un legendario: Eric Cantona.

Ahora ex-jugador forma parte de ese elenco de jugadores que, como el buen vino, ha mejorado con el pasar de los años.

Era joven, muy joven, cuando con apenas 17 años empieza a asomar la cabeza un jugador de elegante porte y mucho fútbol que formaba en las inferiores del Auxerre. Poseía tantas virtudes que conseguían eclipsar a sus habituales achaques de indisciplina. Todos pensaban que eran pecados de juventud, pero el propio Eric se encargó de confirmar que él era así. Y el fútbol, harto de tipos modélicos encontró en este francés al líder de una generación que mostraba talento, solo talento. Al fin y al cabo, una frase del célebre ex-entrenador del Wimbledon inglés, Dave Basset, lo resumía con suma claridad: "Cuando estás construyendo un equipo, buscas buenos jugadores, no chavales para casar a tus hijas".


Con apenas 16 años ya despuntaba maneras. Y en la cantera del Auxerre ya se le veía un futuro prometedor. La decisión de su futuro estaba en las manos del, posiblemente, mejor descubridor de talentos mundial de la historia, el longevo entrenador francés Guy Roux, mentor del hoy entrenador del Arsenal londinense Arsene Wenger. Por aquel entonces el míster francés decide dar la alternativa a un joven de aspecto inquieto, mirada asesina y el gol en la sangre.




Eric fue entrando en la élite del fútbol francés a base de esfuerzo y pocas oportunidades. Con el fin de obtener más minutos decide irse cedido al Martigues donde no cuenta para el equipo y hace una temporada en blanco. Pero la experiencia le sirve al francés Roux para ver en Cantona síntomas de madurez. Ya le ha enseñado lo malo del negocio y ahora comenzará a pulir sus virtudes. En las siguientes tres temporadas se gana la titularidad del modesto equipo del Auxerre y Eric corresponde con su fútbol. Sus destellos de calidad no pasan desapercibidos entre los grandes y el Olympique de Marsella se fija en él y le ofrece un suculento contrato. En esa temporada, la 88-89, el equipo inicia una etapa histórica y empieza a reunir jugadores de primer nivel como Didier Deschamps o Abedí Pelé. Tras una temporada en la que actúa en 22 partidos y anota 5 goles, el club le enseña la puerta de salida. Su presidente tiene en proyecto la creación de un equipo dispuesto a marcar una época y en él no caben las promesas como Cantoná. En su posición, Bernard Tapié ha fichado una figura mundial que le cierra el paso: el uruguayo Enzo Francescoli. El otro delantero del equipo es indiscutible, un goleador nato y responde al nombre de Jean Pierre Papin. Por tal motivo le buscan salida con dos cesiones al Girondins de Burdeos y al Montpellier donde el jugador galo se gana que su club le repesque para la temporada 90-91.

Ya con el histórico entrenador belga Raymond Goethals en el banquillo marsellés y la capacidad del mito Franz Beckenbauer como manager general desemboca en un equipo imparable en el que Cantoná actua con cuentagotas anotando ocho goles y eclipsado por figuras como Chris Waddle o de nuevo Papin. El equipo logra el título de liga ese año y el bueno de Eric busca acomodo en otro equipo. Este vez el Nimes acoge al díscolo jugador, en el que realiza una discreta temporada convirtiendo solamente dos dianas.


Eric no encauza su rumbo. Su estrella se apaga en su país de origen y los contratos que le ofrecen son discretos y dignos de un jugador mediocre. Su representante le hace saber del interés de un joven equipo inglés que parece que tiene un buen porvenir, y el jugador sin pensarlo dos veces se traslada a Inglaterra y comienza su nueva vida.



Inglaterra acoge al jugador con indiferencia. Los números hablan de un delantero con un pasado poco llamativo y los escépticos británicos vaticinan un futuro corto en las islas. Tal vez la arrogancia de Cantona encontró el lugar que buscaba y ese año realiza la mejor temporada de su carrera anotando goles de espectacular factura. El equipo consigue el título de la Barcklays League Division One por delante del favorito Manchester United del escocés Alex Ferguson. Aquel Leeds reune un equipo prácticamente imparable en el campeonato doméstico y anexa un grupo con jugadores de calidad contrastada como los escoceses Gordon Strachan y Gary McAllister junto a jóvenes talentos emergentes como el central Gary Speed o el medio defensivo David Batty.


Al término de la campaña el Leeds decide hacer caja con su jugador más prometedor y el juego de Cantona no pasa desapercibido por los grandes clubes. Después de una dura negociación el Manchester United consigue la ficha del delantero previo pago de unos cuantos millones de libras. Otra vez más se cruza en su camino un destacado cazatalentos. Alex Ferguson ve en el jugador al líder que alumbre su equipo y ayude a una nueva camada de futbolistas que están llamados a marcar una época en las filas de los red devils. Sir Alex tiene en su plantilla un grupo de futbolistas muy prometedor en el que comienzan a destacar hombres de la talla del galés Ryan Giggs, el ruso Andrey Kanchelskys o un mediocentro prometedor que responde al nombre de Paul Ince.


La vida de Cantona en las islas es perfecta. Y acaba de llegar al club de su vida. Los hinchas pronto le rinden pleitesía y el les devuelve su entrega a base de goles espectacualres. Tras un primer año de aclimatación el equipo, al que se ha unido Roy Keane, se convierte en una apisonadora y obtiene cuatro títulos de liga en las siguientes cinco campañas. También une a su palmarés dos campeonatos de copa y un sinfín de goles para enmarcar. El público se encuentra con el jugador en estado puro. Es díscolo, nunca rehuye la polémica y es tachado de arrogante, apelativo que rápidamente se encarga el propio jugador de confirmar.


El jugador está en la cresta de la ola, es apreciado por sus hinchas y temido por sus rivales.


Y la polémica le persigue. El 25 de enero de 1995 el francés es expulsado por el árbitro en el partido de su equipo frente al Crystal Palace. Mientras se dirige hacia los vestuarios de Selhurst Park, Cantoná recibe los insultos de un aficionado local, y éste, en un hecho sin precedentes en el fútbol de élite, agradece al aficionado sus piropos con una patada de kárate y un puñetazo directo a la cara.


La federación inglesa actúa sin paliativos, porque lo cierto es que nunca ha conseguido llevar bien que el ídolo de su liga fuera un jugador no pertenecicente a su país, y castiga al jugador con una sanción que le tendría 9 meses sin jugar al fútbol. La justicia inglesa actúa de oficio y es condenado con una multa de 20.000 libras y dos semanas de cárcel que conmutó realizando 140 horas de servicios para la comunidad.

El genial mago francés recibe múltiples ataque desde los diferentes medios ingleses y se especula su marcha del fútbol de las islas. El propio Cantoná, en una nueva demostración de arrogancia corta los rumores y sesga las ilusiones de todos los equipos interesados en hacerse con sus servicios. Con los mejores clubes al acecho el genio declara: "solo me iría del Manchester United para jugar en el Barcelona. Cruyff es el único del mundo con el que podría aprender".

El jugador deja con la miel en los labios a equipos como el Milán o el Real Madrid y desprecia su interés tal vez cuando más lo necesita, porque si algo tienen los genios es que son imprevisibles, y desde luego Eric Cantoná era un genio.

En el año 1997, anuncia su retirada, a la edad de 31 años. El público se echa las manos a la cabeza y el mago se va en la cima, como los más grandes, aun a sabiendas de que en sus botas se quedan goles imposibles.

En su despedida, la empresa que le patrocina y a la que reporta unos inagotables beneficios, Nike, lanza una campaña publicitaria con visos de epitafio. Dicha campaña muestra a Eric en estado puro. Con su arrogancia habitual y su carisma natural, nos reza: "1966 fue un gran año para el fútbol inglés. Eric nació".

Y desde luego que lo fue.
***A Keko, del que es su ídolo y referente.
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domingo, 25 de noviembre de 2007

Otra vez campeones... 3ª parte

Nos plantamos en el verano del año 2000. Se acerca la fecha de la eurocopa que se ha de celebrar en los países de Belgica y Holanda, que organizan conjuntamente el evento. La fase clasificatoria para el evento había transcurrido sin grandes sobresaltos. Todos los grandes favoritos obtuvieron su billete para acudir a la cita. Inglaterra fue el que más se complicó su camino. Su grupo estuvo comandado por una intratable Suecia que cerró todos sus partidos con victoria a excepción del jugado en Wembley en donde arrancarían un valiosísimo empate. Por ello los de las islas acudieron a una repesca traicionera contra un equipo escocés que presentaba poco talento individual pero mucha energía. Los de la rosa derraron el partido de ida con una clara victoria a domicilio por 0-2 (Scholes-2-) y se dejaban los sustos para otra ocasión. Pero cuando nadie contaba con Escocia, en el minuto 38, Hutchinson hace pone en ventaja a los vecinos y cunde el pánico en las gradas. Al final, pidiendo la hora y por la puerta de atrás Inglaterra se mete en la fase final dejando más dudas que alegrías.

Llegado el torneo, y como era de esperar, los ingleses forman parte de un grupo mortal de necesidad acompañados por Alemania, Portugal y Rumanía.

Este grupo A deja en evidencia a dos selecciones en proceso urgente de renovación. Alemania empata en su primer partido frente a Rumanía, y los ingleses caen con estrépito frente a Portugal, pese a ir ganando por 2-0 a los 15 minutos. Un 3-2 final y llueven críticas a los de las islas, que cierran filas para ganar su segundo partido frente a los germanos, dejando a estos en una situación muy delicada. Con Portugal en cuartos gracias a su victoria sobre los rumanos se jugaba una tercera ronda a vida o muerte. Alemania roza el ridículo cayendo frente a una intratable Potugal por 3-0. A los ingleses les vale el empate. Shearer y Owen, dan ventaja a los de la rosa dando la vuelta al tempranero gol de Chivu, pero fiel a su costumbre de sufridor se deja empatar con un gol de Munteanu. En el último minuto pasa de sufridor a mártir. Ganea convierte un penalty señalado por el suizo Meier y da el pase a cuartos a los suyos certificando la eliminación de una patética Inglaterra.

El grupo B deja a una Italia en plan campeona, ganando sus tres partidos y liderando un grupo en el que Suecia, pese a su brillante fase de clasificación, termina última sin conseguir obtener ni un solo triunfo y dejando la segunda plaza en juego en la última jornada en un duelo fraticida que los turcos resuelven por la vía rápida frete a uno de los anfitriones: Bélgica. Dos goles del ariete otomano Hakan Sukur clasifican a los suyos para cuartos. Mientras Italia da muestras de su amplio bagaje ofensivo marcando en esta fase 6 goles todos ellos anotados por distintos jugadores. Siendo conocida su eficaz faceta defensiva, si continuaban con su diverso arsenal ofensivo podrían ser imparables.

En el grupo C la favorita España se complica su pase con una sonrojante derrota en el primer partido frente a Noruega. Recuperaba un poco de crédito en el segundo dando cuenta de Eslovenia. Yugoslavia arrancaba una victoria ante los nórdicos y junto al empate obtenido en la primera jornada dejaba un grupo abierto a cualquier posibilidad clasificatoria. A la última jornada se llega con los cuatro equipos con opciones de clasificarse. A Noruega le vale una victoria para obtener billete pero es incapaz de pasar del empate frente a Eslovenia. Con cuatro puntos se queda a la espera de que España no gane. Y estabán relamiéndose los del salmón cuando en le minuto 90 España caía 3-2 con Yugoslavia. Pero un un descuento no apto para cardíacos Mendieta y Alfonso daban con sus dos goles el pase de ambos equipos. Quedando Noruega con la miel en los labios y los ojos como platos.


En el grupo D, Holanda y Francia se metieron en cuartos por la vía rápida. Merced a dos victorias en los dos primeros partidos, dejaban el duelo de la última jornada entre ambos como un mero trámite. Con ambas ya clasificadas solo quedaba por decidirse el orden de los cruces. En ese insípido partido se vivió unbuen espectáculo siendo los galos derrotados por 3-2 en un emocionante partido pese a lo intranscendente del choque. La República Checa da cuenta de los daneses y se lleva un triunfo de honor que le deja con tres puntos, insuficientes para obtener su pase. Los checos, bien armados, jugaron un gran torneo mereciendo mucho más de lo obtenido, pero en estas citas dependes del factor suerte, y éste se encontraba en contra. Holanda les ganó con un gol en el último minuto y Francia sudó la gota gorda para derrotarles por la mínima.


Llegan los cuartos de final, con un choque entre rivales directos por el título y otros tres partidos con marcado sabor de favorito. Los pronósticos se cumplen y así Portugal da buena cuenta de Turquía con dos goles de Nuno Gomes, Italia se deshace sin esfuerzos de la sorpresiva Rumanía con dos latigazos de Totti e Inzaghi y Holanda golea sin piedad por 6-1 a una paupérrima Yugoslavia, que hace el ridículo en el campo. Un hat trick de Patrick Kluivert convierte a los orange en claros aspirantes al título, tras haber liderado su grupo derrotando a Francia. Los galos se enfrentan en el choque más atractivo a una España dispuesta a aliarse con la fortuna. Con el mejor partido y el mejor árbitro, Pierluigi Collina, la tensión es abismal. Zidane tira de galones y adelanta a los suyos con un tiro libre magistral. Mendieta igual para España de pena máxima. Francia vuelve a golpear a el veterano Djorkaeff pone en ventaja a los franceses. Con España volcada al ataque llegan ocasiones para ambos y el duelo se convierte en un correcalles. Llegando al final Collina pita un penalty a favor de los españoles. Como el destino es cruel, el mejor español ese día, Raúl, lo manda a las nubes. Francia está en semis.



En las semifinales se enfrentan en primer lugar la todopoderosa Francia, que con un equipo que alineaba estrellas tenía en la mano repetir el título conquistado en el 84 de la mano de Platini. Frente a los galos se disponía un solvente equipo portugués que tenía un bloque muy sólido con jugadores de un talento espectacular como Figo o Rui Costa, pero que adolecía de falta de gol con el muy limitado Nuno Gomes sin recambio de garantías. Éste adelanta a los suyos y pone a Francia contra las cuerdas pero la falta de acierto portuguesa les condena y no consigue rematar el partido. Thierry Henry, gran torneo el suyo, pone la igualada al filo del inicio de la reanudación y con más miedo que arte se llega a la prórroga sin dominador claro. Cuando ambos equipos esperan el pitido final el escocés Dallas concede un claro penalty a los galos. Con toda la presión de un país a su espalda la pelota la abraza el mejor, Zidane, que sin rubor y como el que juega en la calle sin nadie que le vea coloca la pelota en la escuadra de un abatido Vitor Baía. No había tiempo para venganzas, los lusos se desconsuelan ante la oportunidad perdida.

En la otra semifinal a Italia y Holanda les puede el respeto. Los italianos consiguen llevar el partido a su camino. Con calma y sin conceder ocasiones esperan el desgaste del rival sin prisas por obtener recompensa. A la exasperante capacidad defensiva transalpina se le une la falta de ambición de los holandeses. A los anfitriones les falta fe y no consiguen desplegar su fútbol eléctrico de incursiones constantes por los extremos. El partido llega al desenlace de los penaltys donde los locales sienten en las piernas el interés de toda la nación y solamente son capaces de marcar un solo penal. Italia se mete en la final y encuentra el premio que ha obtenido otras tantas veces, el de la cara o la cruz, el de la lotería, el de la suerte. Ahí siempre se sintieron cómodos los italianos.



La final enfrenta a los talentosos franceses, que exponen una camada de futbolistas que triunfan en las ligas más importantes. Aunan talentos innatos como Henry o Trezeguet con futbolistas veteranos como Blanc, Desailly o Djorkaeff. Pero todos ellos con un denominador común: saben quien es su líder, y solo se preocupan de acompañarle porque Zidane conoce el camino al éxito.


Enfrente la rocosa Italia. Saben que si son capaces de contener a los galos tarde o temprano obtendrán recompensa en forma de gol. Italia domina con amplitud las jugadas estratégicas, ensayan los rechaces con jugadores posicionados en segundas líneas y es sobre todo un equiop paciente, muy paciente. Sus mejores jugadores aguardan su oportunidad en el banco. Totti y Del Piero esperan su momento, mientras la guardia está formada y equilibrada con el gran Paolo Maldini a la cabeza. Su momento llega y en un partido dominado tácticamente, como no, por los transalpinos Marco Delvecchio adelanta a los suyos. Francia lo ve muy cuesta arriba. Echa toda la leña al fuego y se lanza a un ataque suicida, de esos que le gustan a Italia.


Mientras los aficionados aguardan el empate galo los expertos miran de reojo en espera de la sentencia italiana. Pero en el último minuto Wiltord da el empate a Francia y la razón a los aficionados. Se hacía justicia. El golpe no mella la moral de su rival pero les concede a los galos 30 minutos de esperanza y a los italianos otros tantos de paciencia. No contaban estos con que los grandes jugadores siempre esperan a las grandes ocasiones. Y en éstas aparece un barbilampiño delantero de origen argentino, David Trezeguet, y con un auténtico golazo de a los suyos el título consiguiendo, al igual que Bierhoff cuatro años antes, definir la final con un gol de oro.

La generación de futbolistas más importante de la historia del fútbol francés vuelca la historia y se convierte en el primer equipo que obtiene la Copa del Mundo y la Eurocopa en fechas sucesivas.
Volveremos para contar la eurocopa celebrada en Portugal en 2004...


sábado, 24 de noviembre de 2007

Otra vez campeones... 2ª parte

Continuamos enumerando a los equipos que han destacado en las últimas eurocopas.

En la euro 96 celebrada en Inglaterra cabían múltiples posibilidades para encontrar un ganador de antemano. Muchas fueron las selecciones con buenos equipos capaces de obtener recompensa, pero ninguna destacaba sobremanera.

Esta competición empieza marcada por ser la primera fase final de la historia que cuenta con 16 selecciones. Además se había acordado que los partidos que llegaran a la prórroga se decidirían mediante el famoso gol de oro, y claro, existía cierta expectación por ver un nuevo desencadenante en el fútbol. Se pensaba de esta regla que beneficiaría el futbol de ataque para intentar noquear al adversario, sin embargo su resultado fue diametralmente opuesto, los equipos se encerraban, ralentizaban el juego y esperaban el paso de los minutos para decidir su destino en la lotería de los penaltys.

El elenco de favoritos era amplio: destacaban la Alemanis de Berti Vogts que tenía al veterano Thomas Haessler por estrella y la incipiente irrupción de un mediapunta de origen otomano: Mehmet Scoll. Italia tenía una selección compacta liderado por el gran Paolo Maldini, destacando su ataque que disponía de hombres letales como Chiesa o Ravanelli y fantasiosos como Alessandro Del Piero o Gianfranco Zola. Además estaban comandados por el seleccionador Arrigo Sacchi, toda una institución.

En un escalón un poco inferior se encontraba la imaginativa Holanda con Dennis Bergkamp a la cabeza, Francia con un joven Zinedine Zidane a la cabeza y la selección anfitriona, Inglaterra, que aspiraba a recuperar el prestigio en casa, donde las cosas le habían ido fenomenal hasta la fecha, ya que en su país consiguieron alzar la copa del mundo en el 66 con un gol ilegal de Hurst. Se presentaban a la cita con un bloque desequilibrado y amparándose en su estrella, el díscolo y polémico Paul Gascoigne.

El comienzo del torneo nos iba a desvelar lo que fuera la tónica durante el mismo: la actitud defensiva. Los equipos jugaban con miedo de no recibir goles lo que nos llevó a ver la eurocopa con menos goles de toda la historia.


En el grupo A Inglaterra y Holanda se juegan su clasificación para cuartos en un último partido entre ellos, en los que los vencidos podían haber sido eliminados si el goal-average no les hubiese sido favorable. La victoria inglesa por 4-1 les daba el pase, y les concedía un papel de favoritos, su juego era notable y era la anfitriona.


El grupo B transcurre sin sobresaltos, pasando como primera Francia, seguida por España que se clasificó en un último partido decisivo frente a Bulgaria. Destacó el papel de un delantero joven rumano Florin Raducioiu, que pasó por la eurocopa mostrando su afilado olfato goleador.



En el C, denominado el grupo de la muerte, pronto perdería sus opciones la intermitente Rusia que tiraba de sus clásicos como Igor Dobrovolski o Kanchelskis . En la segunda jornada del grupo salta la sorpresa y una República Checa que no contaba para nadie consigue batir a la favorita Italia. Mientras Alemania camina firme con dos victorias holgadas que le dan el pase a cuartos se juega una última jornada de infarto. La incapacidad goleadora de Italia le condena al empate frente a los germanos, dando así la sorpesa una joven Chequia, que en un partido vibrante arranca un empate en el último minuto ante Rusia y logra meterse en la siguiente ronda.



El grupo D confirma los pronósticos y una muy fuerte Portugal se clasifica sin problema alguno, la segunda plaza era para una potente selección croata que de la mano de Suker y Boban accedían a disputar las rondas decisivas, quedando por el camino una mediocre Dinamarca y una decepcionante Turquía, incapaz de anotar un solo gol en el torneo, a pesar de que contaba con un goleador de gran nivel: Hakan Sukur.

Llegados los cuartos Inglaterra y Francia se deshacen de España y Portugal respectivamente llegando a los penaltys y ofreciendo el cerocerismo como modo de vida. Alemania bate a una sorprendente Croacia que con un gol de Suker consigue hacer dudar a los rudos alemanes. Haessler sale al rescate de su selección tirando de galones y da el pase a semis a los suyos. Buen sabor de boca dejan los croatas.






Y mientras todo ocurre según lo previsto, en el último partido de cuartos una selección de calidad como era la portuguesa, liderada por los Figo, Rui Costa y Paulo Sousa, deja constancia de un mediocampo muy creador pero una delantera escasa de oficio, recursos y talento. Los checos se adelantan merecidamente con un gol de Poborsky y reman hacia la victoria. Si bien se consideró una sorpresa, no es menos cierto que los de Chequia línea por línea eran superiores. Sus jugadores formaban un grupo homogéneo y tácticamente eran superiores. Además contaban con el delantero de moda: Vladimir Smicer, que realizaba una labor ofensiva tremenda. Mientras su compañero el tanque Kuka se encargaba de fijar la defensa, él se movía cortando la línea enemiga con suma maestría, que si bien no era un virtuoso, si era hábil y listo como el que más, y caía a banda con frecuencia para provocar superioridad numérica en la ayuda a Nedved, Poborsky o Berger.


Llegan las semis y todos los ojos estaban puestos en los irreductibles checos. Mientras los franceses acaparaban elogios y eran dados por favoritos los checos no desistían en su papel de revelación del torneo. 120 minutos necesitaron los del gallo para darse cuenta que la portería de su rival ese día no aceptaba visitas. Old Trafford se prepara para ver que deparan los penales, si bien ninguno de los equipos da concesiones. Nadie quiere perder, y los once primeros lanzamientos terminan en gol. Reynald Pedros, gran extremo francés, falla su pena máxima y de el pase a la final a los checos.


La República Checa aspiraba a a suceder a la Dinamarca de la euro 92 como la mayor revelación. No obstante ésta era una selección muy superior a aquella danesa. Viendo las carreras de los futolistas de cada equipo destacan jugadores checos en grandes equipos del continente europeo, y uno de los suyos, Pavel Nedved, lograría alzarse con el balón de oro europeo. Este galardón que concede la revista LÉquipe pasa por ser el título individual más importante y prestigioso del mundo.

Mientras en la otra semifinal los anfitriones se adelantan a los teutones merced a un tempranero gol del killer local Alan Shearer, goleador éste de pura raza. Tosco y rudo en su relación con la pelota pero con un radar que conectaba con todo balón que se le acercase para darle destino en la portería rival. La reacción de Alemania no esperó más de diez minutos. Un invitado sorpresa, Stefan Kuntz, logra la igualada. Luego deambular de ambos sobre el cesped, poco fútbol, mucha prudencia y mucho respeto llevaría a ambos a jugarse el pase también en los penaltys. Al igual que en la otra semifinal los aciertos en este arte son muy elevados, habiendo marcado los dos equipos sus cinco primeros penaltys. El sexto inglés es para Gary Southgate y lo detiene el genial portero alemán Köpke. El decisivo en las botas de Andy Moller, curtido en mil batallas y con un currículum donde se amontonan los títulos colectivos más deseados. No falla. Mete a su equipo en la final.

Pasado el tiempo es importante comentar la decisión de lanzar los penaltys. Aun no es posible comprender como el lanzador inglés para el sexto penal es un defensa tan conocido por su garra como por su escasa calidad. Teniendo en cuenta que el sexto es un punto clave en una tanda de penaltys parece incomprensible darle la responsabilidad a un jugador mediocre como éste. La respuesta alemana fue mucho más inteligente, una de sus figuras se reservaría por si llegado el momento hace falta. El resultado creo que resulta obvio.

La final disputada en Wembley enfrentaba Alemania con una selección checa que había tenido que exigirse mucho durante el torneo. Llegaban estos con la gasolina justa, y habían de medirse con un rival que aunaba una gran calidad con el mejor físico de europa.

Los alemanes intentaban derrumbar el muro de contención que se formaba frente al portero Petr Kouba, pero la defensa checa se defendía agazapada esperando una contra mortal en una de sus jugadas favoritas: la utilización de los extremos. Estos disponían de calidad y múltiples variantes del juego, si bien además de ser técnicos, eran llegadores. Lo mismo se abrían para centrar que trazaban la diagonal para llegar al remate por sorpresa. Un ingenuo penalty de los germanos es transformado por Patrick Berger en el minuto 60. Chequia roza la hazaña. Mas como distingue a los alemanes, afloró su casta, coraje y fé para que un suplente de lujo que despuntaba en la liga italiana en las filas del Udinese, Oliver Bierhoff, diera la vuelta al partido marcando el empate en el minuto 75. Llegados a la prórroga el mismo protagonista cerraría la mejor noche de su carrera con un gol que daría enl título a su equipo inaugurando la primera final que se definía con un gol de oro. Fue un balón mal pegado que encontró la colaboración del portero checo alojándose inesperadamente en las mallas.




A los irreductibles checos les faltaron las fuerzas. Llegaron muy justos a una final que no esperaban. No en vano se delantero estrella Smicer tenía su fecha de boda para el día antes en que se jugaba la final y ante la imposibilidad de un cambio de fechas, recibió un permiso especial de su seleccionador para acudir al evento del cual era lógicamente protagonista. No pudo serlo un día más tarde.


Continuaremos con nuestra próxima cita: la eurocopa del 2000 celebrada en Bélgica y Holanda.

Otra vez campeones...

Estos días, tras la clasificación de la selección española para el europeo de este verano en Austria y Suiza, han vuelto a desatarse los elogios desmedidos y la imprudencia en nuestra sociedad respecto al papel que va a desempeñar nuestra equipo nacional.
El caso es que después de tres partidos vencidos frente a nuestros potentes rivales de grupo!!!! (Suecia, Dinamarca e Irlanda del Norte) se ha vuelto la hichada a gritar a los cuatro vientos que cuidadito con nosotros que allá vamos.
Lo cierto es que si destripamos nuestra selección podemos darnos cuenta de que existen carencias, bastantes carencias. Si miramos atrás veremos que las selecciones triunfadoras en estos eventos poseían una serie de características bastante particulares, pero tampoco nada especiales. Recordemos algunas de ellas.

En el año 1992, este campeonato celebrado en Suecia, dejó para el recuerdo la victoria de la selección danesa.

Esta selección no estaba clasificada, y se unió con su participación a última hora debido a la descalificación de Yugoslavia por motivo de la guerra de los Balcanes. Fueron grandes los problemas de la federación danesa para reunir a los jugadores, la mayoría de ellos disfrutando de sus vacaciones en los lugares más idílicos. A este caos se unía la renuncia de su gran estrella, Michael Laudrup, por graves diferencias con su seleccionador. Pero lo que nadie esperaba es que una selección con papel de comparsa fuese sin embargo la más peligrosa. La danesa era una selección con buenos jugadores y con la mejor ventaja de todas: no tenía ninguna presión. Su papel estaba destinado a cubrir un hueco, con lo que los jugadores continuaron sus vacaciones en Suecia y el hotel de concentración de los daneses era una fiesta noche tras noche en la que se mezclaban a diario los futbolistas, alcohol que no faltaba desde luego y mujeres para no perder relajación. Periodistas españoles declaraban que parecían un grupo de turistas pasando 15 días en las islas Canarias. Pero era un lobo con piel de cordero...

Parten de un grupo junto al anfitrión, Suecia, y dos favoritas al título: Inglaterra y Francia. Tras empatar ante los ingleses 0-0 y perder su segundo partido con Suecia por 1-0, el mundo solo esperaba ver como los daneses eran abatidos por la potente Francia, que tenía una dupla atacante que daba miedo: Papin y Cantona.

A los ocho minutos Dinamarca golpea primero. Larsen deja helados a los franceses. Les remata Elstrup al poco de comenzar la segunda parte, cortando de raíz el intento de remontada de su rival. Papin recortaría en las postrimerías para dar paso al asedio a los nórdicos. Imposible. La primera en la frente.

El grupo de turistas cervecero sorprende a propios a extraños y se mete en semifinales (en aquella eurocopa solo formaban dos grupos de cuatro). Aún así, su suerte estaba echada, pensaban todos. La flauta no suele sonar dos veces...
Ahora llega la selección de Holanda. Mezcla grandes estrellas emergentes como Dennis Bergkamp, junto a veteranos de talento como Rijkaard, Gullit o Van Basten.

Empieza el partido y una vez más los daneses se adelantan en los comienzos... Toca remar piensan los de Holanda. Bergkamp puso las cosas en su sitio a los 30 minutos. Con el marcador igualado los daneses eran presa fácil y cuando parecían estar listos para plegar la bandera... gol de Henrik Larsen, que ya había marcado el primero. Nuevas prisas para Holanda que ve como se le escapa la merienda. El asedio es total y al filo del minuto noventa llega la igualada por media de Rijkaard. Los Rijkaard, Koeman, Kieft, Gullit y compañía nuevamente piensan... ya son nuestros. Pero los daneses se encierran y corren como gamos. Habían conseguido llegar a la lotería de los penaltys, y claro, para el que no tiene nada que perder, jugarse la vida a cara o cruz, la verdad, poco importaba. La presión danesa estaba tan calmada a base de cerveza y relax, que se permitieron el lujo de no fallar ni un solo penalty. Y claro, la vida se cebó con el gran Marco Van Basten, que falló el suyo con todo un país en la espalda.

Sorpresa... Dinamarca finalista!!!!!!!

Los de Morten Olsen ya estaban en la final. Las vacaciones estaban siendo un éxito. Y de nuevo, fue despreciada por la opinión pública, que seguía sin creerse que una selección llamada a última hora pudiera hacerse con la copa. Además ahora llegaba el turno de la gran favorita del torneo: Alemania. Pese a la derrota en el grupo frente a los holandeses nadie dudaba de que era la selección más potente. Poseían la copa del mundo merced a la victoria dos años antes en el mundial de Italia, y reunía un elenco de jugadores que triunfaba en las mejores ligas y eran las figuras de los mejores equipos: Brehme, Kohler, Haessler, Effenberg, Sammer, Thomas Doll y el gran Jurgen Klinsmann. A éstos se les había unido un incipiente goleador llamado Karl Heinz Riedle.
Dinamarca sale al campo a jugar una final que no esperaba. Enfrente Alemania cerraba filas y se deja seducir por los cantos de sirena que hablaban de una noche sencilla, una victoria aplastante y un nuevo título en las vitrinas.

Y a los quince minutos Dinamarca golpea en la frente. Gol de John Jensen. Algo falla, Alemania cae en los mismos errores que los contrincantes daneses cometieron en los encuentros precedentes. Para entonces Dinamarca, una vez más, se ve delante en el marcador en el inicio del partido. En ese momento cierre filas en torno a su líder, el arquero Peter Schmeichel. Éste, un ropero de casi dos metros y 102 kilos de peso, realiza el partido de su vida. Nadie pasa en su portería sin permiso, y claro, ese día no concede visitas... Era el mejor del mundo, sin ninguna duda. Sus compañeros lo saben y se pliegan frente a él esperando el asedio germano que no tardó en llegar. Alemania se estira y busca el gol desesperadamente. El Ullevi de Gotenburgo no se cree lo que está viendo y espera que suceda lo que ha de suceder: el empate.

Para entonces Dinamarca se agazapa y cuando parecen ceder ante la avalancha rival, lanza un envite rápido y mortal. Éste va directo al corazón. Kim Vilfort golpea una falta desde lejos, y el balón besa las redes de la meta de Illgner. El arquero germano (si Schmeichel era el número uno, el del Colonia no estaba muy lejos) no se lo puede creer. Quedan 12 minutos y ahora sí, la suerte está echada. Pero cae del lado danés, que a conseguido el título de la eurocopa 92 y el de mejor bebedor de cerveza.

Formaron para el recuerdo Schmeichel en la portería, que alzaría la copa de europa en el Nou Camp defendiendo la meta del Manchesetr United muchos años después, Sivebaek y Piechnik en los laterales (el primero jugaría en buenos equipos, Man. United y Monaco entre otros, y el segundo el título le abriría las puertas de Anfield Road, donde jugó dos temporadas con el Liverpool). El centro de la defensa lo formaban Kent Nielsen y Lars Olsen, dos perros de presa.

El centro del campo lo formaban Kim Christofte, bregando incansablemente, John Jensen, que formó en las filas del Hamburgo alemán, y su éxito en este campeonato le llevó a jugar durante cuatro temporadas en el Arsenal inglés al lado de hombres como Tony Adams, Paul Merson o Ian Wright. Kim Vilfort aportaba trabajo y dearrolló casi toda su carrera en el Brondby de su país con un leve período en las filas del Lille francés. Henrik Larsen fue una promesa que no llegó a brillar lo que se esperaba. El título le abrió las puertas del West Ham inglés, donde apenas contó siendo vendido al Manheim alemán.

La delantera de este equipo era otra cosa. Si Dinamarca se encomendaba a su gran portero, también sabía que arriba tenía dos hombres capaces de devorar cualquier presa. Es curioso sin embargo, que su punto débil, la media, fuera la artífice del título.

Formaban Fleming Povlsen y Brian Laudrup. El primero iba para estrella, siendo joven, un ojeador del Real Madrid se fija en su talento y le ficha para jugar el filial blanco donde no consigue adaptarse y emigra a Alemania. Allí realiza dos temporadas prometedoras y es visto por la mejor red de cazatalentos del mundo, la del PSV Eindhoven, donde realiza una gran temporada, revaloriza su precio y es traspasado al Borussia Dortmund, donde logra ganarse a la afición con su carisma y su compenetración con el danes Chapuisat es letal, aunque sus números son más bien discretos. Después de sufrir un calvario de lesiones ha de retirarse por problemas en su tobillo, que le dejarían prácticamente cojo.

Acompañaba a Povlsen un joven Brian Laudrup, que había crecido a la sombra de su hermano Michael, pero que iba acumulando minutos y goles en importantes equipos. Su paso por Alemania dejó recuerdo en las filas del Bayer Uerdingen, club en el que a base de talento se gana un traspaso para formar en las filas del todopoderoso Bayern Munich, club al que pertenece mientras se disputaba la eurocopa. Con el título alzado el valor del pequeño de los Laudrup sube como la espuma y el Bayern saca una buena tajada al venderlo a la Fiorentina italiana. Su paso por este club esta marcado por el éxito lo que le abre las puertas del Milán, club con el que alzaría la Copa de Europa en la memorable final de Atenas frente al FC. Barcelona, pero apenas cuenta para el técnico Fabio Capello, que ve como otros jugadores le cierran el paso. Su nivel es alto, pero el nivel de la plantilla rossonera es muy elevado, y junto a los Massaro, Simone, Savicevic, Boban y compañia, el disponer de minutos se le antoja imposible.
Por tal motivo emigra a Escocia, jugando 4 campañas a un excelente nivel y convirtiéndose en la estrella de su equipo, lo que le vale ganarse el pase el Chelsea inglés, en donde juega una sola y discreta campaña. Para entonces Brian piensa que sus días de fútbol se han acabado y encuentra un cómodo retiro en su país en las filas del Copenhague. Un año después el Ajax le recupera para el fútbol de élite y lo ficha como a una estrella. Pero al fútbol del danés ya no le quedaba más aire, por lo que al concluir esa temporada decide retirarse.
El siguiente campeón a analizar será el campeón de la euro 96 en Inglaterra: Alemania

domingo, 18 de noviembre de 2007

Al césar lo que es del César




Pues eso, al César lo que es del César. Porque después de casi 15 años hemos de recordar a este Olimpique de Marsella que fue capaz de derrotar al todopoderoso Milán de la época en una final tácticamente muy disputada y que ha pasado a la historia no solamente por ser el principio del fin de la mejor generación de jugadores que conoció Milanello, también ese día un tobillo maldito le dijo al gran Marco Van Basten: "lo siento flaco, pero ya no juego más".

Pasado el tiempo se recuerda un equipo capaz de llegar a lo más alto, pero manchado por múltiples acusaciones de dopaje (reconocido incluso por miembros de ese plantel), aunque cabe destacar que reunía un grupo de jugadores que mezclaban talentos ya consagrados con otros que darían su fútbol durante muchos más años en la élite de este deporte.

Si analizamos la base del equipos nos damos cuenta de estar viendo a una generación que con el paso de los años han creado escuela en el fútbol europeo y mundial, siendo precisamente el autor del gol en la final, Basile Boli, el héroe por accidente de ese día, ya que nunca más llegó al nivel que dieron muchos de sus compañeros.

En la portería daba su rendimiento el díscolo Fabien Barthez, si bien por aquella época era conocido por su talento y reflejos felinos, mas que por sus excentricidades que más adelante le harían aun más famoso. El tipo, así como quien no fuese con él la cosa, reúne hoy en día un palmarés envidiable. Coincidió con la generación de oro que liderados por Zinedine Zidane levantaron la Copa de Europa de naciones y el Mundial de fútbol celebrado en su país Francia.

Pero a nivel de clubes la suerte no le fue esquiva, consiguiendo alcanzar la titularidad en el Mónaco y Manchester United inglés, con los que ganó dos ligas en cada equipo. De regreso a su país, en el ocaso de su carrera, vuelve al Marsella con el que alcanza la final de la UEFA que pierde frente al Valencia y que concluye con anticipación al ser expulsado, causando la derrota de su equipo. Aquí ya era visto más como títere o bufón circense que como portero ágil.

La defensa de este Marsella no estaba formada por angelitos, en el lateral derecho se alinaba Jocelyn Angloma, que militó en el Torino, Inter de Milán y Valencia. Tras su longeva carrera (se retiro cerca de los 40) dejó en el recuerdo una gran entrega física no exenta de técnica, pero sobre todo una gran profesionalidad. Su colega en el lado izquierdo era Eric Di meco, que tuvo una carrera profesional discreta aunque levantó algún titulo con el Mónaco, en el que coincidió con el belga Scifo y una pareja delantera muy joven que tal vez les suene: Henry y Trezeguet.


En el centro de la defensa formaban Basile Boli, autor del gol del triunfo y un tal Marcel Desailly. Éste último tuvo en exitoso paso por el AC. Milán consiguiendo alzar la Copa de Europa de la mano de Fabio Capello frente al todopoderoso "Dream Team" entrenado por Cruyff que era el FC.Barcelona. De aquella final en la que Desailly juagando en la media se comió él solito al centro del campo del Barça, es de recordar el análisis hecho por el entrenador italiano a la conclusión del choque que sus pupilos infringieron un durísimo 4-0 iniciando el fin de la época gloriosa del club español. "Mientras el Barcelona se hacía fotos y promociones, nosotros preparábamos la final" . Fabio Capello dixit.

El mediocampo de éste equipo presentaba dos supertalentos y dos buenos gregarios llamados Eydelie y Sauzee. Pero éste equipo se controlaba todo en el cerebro de Didier Deschamps que reunía talento, inteligencia táctica y equilibrio. Formaría después el bueno de Deschamps un medio del campo mágico en las filas de la Juventus junto con Paulo Sousa y con un chico del que decían iba para estrella llamado Zidane. Aquí sumó una nueva copa de Europa, aunque su gran logro lo consiguió guiando a su país al campeonato del mundo de 1998. Si bien éste ponía el orden y el cerebro, el talento y la imaginación corrían a cargo del genial gahnés Abedí Pelé, del cual se desprendía talento en cada balón que pasaba por sus botas. Aquí alcanzó su cima este imaginativo jugador, que agrupó trofeos en su continente y decepciones en su paso por la liga italiana en las filas del Torino.


La delantera de este equipo fue un volcán. Dos artilleros de primerísimo nivel. La marcha del nombrado mejor jugador de la historia del Olimpique, Jean Pierre Papin (curiosamente fichado por el Milan, derrotado en la final), fue sustituida con el alemán Rudi Voeller, que tras su paso por el club italiano AS.Roma era un cañón del área capaz de sacar gol de cualquier despiste de la zaga rival y tenía en su palmarés la ansiada copa del mundo obtenida en el mundial de Italia 90. A su lado, el delantero llamado a ser el mejor del mundo en el futuro: Alen Boksic. Un espigado artista del gol que aunaba a su innata técnica, una capacidad goleadora de primer nivel. Desgraciadamente su carrera se truncó por múltiples lesiones que como al gran Marco Van Basten acabarían por retirarle, no sin antes haber despuntado en la liga italiana en los equipos del Lazio (en dos etapas) y la Juventus de Turín, con los que alzaría una Recopa y dos ligas.

Ahora que la opinión pública a teñido de culpables la consecución de la Copa de Europa, a raiz de las sospechas de dopaje, me alegro de darme cuenta que una vez destripado el vestuario del Olimpique de Marsella se encuentren muchas razones para tal logro, pero sin lugar a dudas, destacan más las razones deportivas por encima de cualquier otra.