Continuamos enumerando a los equipos que han destacado en las últimas eurocopas.
En la euro 96 celebrada en Inglaterra cabían múltiples posibilidades para encontrar un ganador de antemano. Muchas fueron las selecciones con buenos equipos capaces de obtener recompensa, pero ninguna destacaba sobremanera.
Esta competición empieza marcada por ser la primera fase final de la historia que cuenta con 16
selecciones. Además se había acordado que los partidos que llegaran a la prórroga se decidirían mediante el famoso gol de oro, y claro, existía cierta expectación por ver un nuevo desencadenante en el fútbol. Se pensaba de esta regla que beneficiaría el futbol de ataque para intentar noquear al adversario, sin embargo su resultado fue diametralmente opuesto, los equipos se encerraban, ralentizaban el juego y esperaban el paso de los minutos para decidir su destino en la lotería de los penaltys.

El elenco de favoritos era amplio: destacaban la Alemanis de Berti Vogts que tenía al veterano Thomas Haessler por estrella y la incipiente irrupción de un mediapunta de origen otomano: Mehmet Scoll. Italia tenía una selección compacta liderado por el gran Paolo Maldini, destacando su ataque que disponía de hombres letales como Chiesa o Ravanelli y fantasiosos como Alessandro Del Piero o Gianfranco Zola. Además estaban comandados por el seleccionador Arrigo Sacchi, toda una institución.
En un escalón un poco inferior se encontraba la imaginativa Holanda con Dennis Bergkamp a la cabeza, Francia con un joven Zinedine Zidane a la cabeza y la selección anfitriona, Inglaterra, que aspiraba a recuperar el prestigio en casa, donde las cosas le habían ido fenomenal hasta la fecha, ya que en su país consiguieron alzar la copa del mundo en el 66 con un gol ilegal de Hurst. Se presentaban a la cita con un bloque desequilibrado y amparándose en su estrella, el díscolo y polémico Paul Gascoigne.
El comienzo del torneo nos iba a desvelar lo que fuera la tónica durante el mismo: la actitud defensiva. Los equipos jugaban con miedo de no recibir goles lo que nos llevó a ver la eurocopa con menos goles de toda la historia.

El grupo B transcurre sin sobresaltos, pasando como primera Francia, seguida por España que se clasificó en un último partido decisivo frente a Bulgaria. Destacó el papel de un delantero joven rumano Florin Raducioiu, que pasó por la eurocopa mostrando su afilado olfato goleador.

El grupo D confirma los pronósticos y una muy fuerte Portugal se clasifica sin problema alguno, la segunda plaza era para una potente selección croata que de la mano de Suker y Boban accedían a disputar las rondas decisivas, quedando por el camino una mediocre Dinamarca y una decepcionante Turquía, incapaz de anotar un solo gol en el torneo, a pesar de que contaba con un goleador de gran nivel: Hakan Sukur.

Y mientras todo ocurre según lo previsto, en el último partido de cuartos una selección de calidad como era la portuguesa, liderada por los Figo, Rui Costa y Paulo Sousa, deja constancia de un mediocampo muy creador pero una delantera escasa de oficio, recursos y talento. Los checos se adelantan merecidamente con un gol de Poborsky y reman hacia la victoria. Si bien se consideró una sorpresa, no es menos cierto que los de Chequia línea por línea eran superiores. Sus jugadores formaban un grupo homogéneo y tácticamente eran superiores. Además contaban con el delantero de moda: Vladimir Smicer, que realizaba una labor ofensiva tremenda. Mientras su compañero el tanque Kuka se encargaba de fijar la defensa, él se movía cortando la línea enemiga con suma maestría, que si bien no era un virtuoso, si era hábil y listo como el que más, y caía a banda con frecuencia para provocar superioridad numérica en la ayuda a Nedved, Poborsky o Berger.

La República Checa aspiraba a a suceder a la Dinamarca de la euro 92 como la mayor revelación. No obstante ésta era una selección muy superior a aquella danesa. Viendo las carreras de los futolistas de cada equipo destacan jugadores checos en grandes equipos del continente europeo, y uno de los suyos, Pavel Nedved, lograría alzarse con el balón de oro europeo. Este galardón que concede la revista LÉquipe pasa por ser el título individual más importante y prestigioso del mundo.
Mientras en la otra semifinal los anfitriones se adelantan a los teutones merced a un tempranero gol del killer local Alan Shearer, goleador éste de pura raza. Tosco y rudo en su relación con la pelota pero con un radar que conectaba con todo balón que se le acercase para darle destino en la portería rival. La reacción de Alemania no esperó más de diez minutos. Un invitado sorpresa, Stefan Kuntz, logra la igualada. Luego deambular de ambos sobre el cesped, poco fútbol, mucha prudencia y mucho respeto llevaría a ambos a jugarse el pase también en los penaltys. Al igual que en la otra semifinal los aciertos en este arte son muy elevados, habiendo marcado los dos equipos sus cinco primeros penaltys. El sexto inglés es para Gary Southgate y lo detiene el genial portero alemán Köpke. El decisivo en las botas de Andy Moller, curtido en mil batallas y con un currículum donde se amontonan los títulos colectivos más deseados. No falla. Mete a su equipo en la final.

La final disputada en Wembley enfrentaba Alemania con una selección checa que había tenido que exigirse mucho durante el torneo. Llegaban estos con la gasolina justa, y habían de medirse con un rival que aunaba una gran calidad con el mejor físico de europa.
Los alemanes intentaban derrumbar el muro de contención que se formaba frente al portero Petr Kouba, pero la defensa checa se defendía agazapada esperando una contra mortal en una de sus jugadas favoritas: la utilización de los extremos. Estos disponían de calidad y múltiples variantes del juego, si bien además de ser técnicos, eran llegadores. Lo mismo se abrían para centrar que trazaban la diagonal para llegar al remate por sorpresa. Un ingenuo penalty de los germanos es transformado por Patrick Berger en el minuto 60. Chequia roza la hazaña. Mas como distingue a los alemanes, afloró su casta, coraje y fé para que un suplente de lujo que despuntaba en la liga italiana en las filas del Udinese, Oliver Bierhoff, diera la vuelta al partido marcando el empate en el minuto 75. Llegados a la prórroga el mismo protagonista cerraría la mejor noche de su carrera con un gol que daría enl título a su equipo inaugurando la primera final que se definía con un gol de oro. Fue un balón mal pegado que encontró la colaboración del portero checo alojándose inesperadamente en las mallas.

A los irreductibles checos les faltaron las fuerzas. Llegaron muy justos a una final que no esperaban. No en vano se delantero estrella Smicer tenía su fecha de boda para el día antes en que se jugaba la final y ante la imposibilidad de un cambio de fechas, recibió un permiso especial de su seleccionador para acudir al evento del cual era lógicamente protagonista. No pudo serlo un día más tarde.

Continuaremos con nuestra próxima cita: la eurocopa del 2000 celebrada en Bélgica y Holanda.
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